Estudiar

Los exámenes representan un momento clave en la educación de los más pequeños, ya que es en muchos casos el primer reto de responsabilidad al que se ven expuestos y no quieren fracasar en el empeño. Lo que se les pueda ayudar como padres resulta imprescindible para que esta fase les ayude a crecer y madurar de la forma correcta, así como para que el éxito o el fracaso también les aporte siempre elementos positivos.

Un ambiente ideal
Durante la época de exámenes es lógico que los pequeños dediquen más tiempo al estudio que al tiempo libre. Fomentar un ambiente propicio para los estudiantes en casa ayuda a la inmersión en este estado de concentración. Tanto de forma personal con ejercicios de relajación como procurando no alterar la armonía del hogar, son métodos que ayudan a que el pequeño reduzca su ansiedad y su nerviosismo, así como evita que sienta envidia o celos por no poder pasar más rato disfrutando del ocio.

Positivismo es la mejor actitud
Los padres deben mantener una actitud positiva en todo momento. Las críticas al tiempo de estudio o al esfuerzo realizado no son constructivas ni ayudan al estudiante a realizar una mejor dedicación. Del mismo modo, términos como "vago" o "suspenso" suelen reportar resultados contraproducentes.
En cambio, sentimientos como la seguridad y la confianza en el trabajo realizado, son tremendamente influyentes en el posterior esfuerzo del pequeño, incluso si dichos mensajes intentan compensar una mala nota recibida.

Dar a cada cosa su importancia
Los exámenes son importantes para los pequeños, así como los resultados que sacan en ellos, pero no son ni una representación de su vida futura ni una pérdida de tiempo. Del mismo modo, los exámenes no son una competición por la que se deba premiar o castigar en función de las notas, mucho menos realizar comparaciones con los obtenidos por otros compañeros.

Por esa razón, los resultados de los exámenes tampoco deben influir en la imagen y sentimientos que los padres reciben de sus hijos. El amor que se le da al pequeño tanto si saca un 10 como si obtiene un 0 debe ser exactamente el mismo, ya que son cosas completamente diferentes y sin relación.
En lugar de ello, es más recomendable quitar importancia al examen y fomentar la seguridad del pequeño en sí mismo y en sus posibilidades.


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