Sin duda es uno de los momentos más esperados: ese en el que a media mañana se hace un parón en las clases y podemos bajar al patio a comer algo, hablar con los compañeros, jugar al fútbol… hoy el recreo nos parece algo que siempre ha estado ahí. Pero no siempre existió; es más, dejar un rato del horario destinado a clases para que los alumnos jugaran fue en su momento una revolución.
A principios del siglo XIX (hace casi 200 años) un profesor inglés llamado Samuel Wilderspin observó que sus alumnos estaban fatigados y poco concentrados al final del día. Muy acertadamente pensó que lo que necesitaban era un descanso en el que pudieran jugar, relacionarse, relajarse y recargar energías.
Además, para Wilderspin este recreo también formaba parte del aprendizaje: el patio era una especie de mundo “en pequeñito” en el que los estudiantes eran libres y en el que los profesores podían dar a los alumnos consejos sobre la vida que no fuesen estrictamente académicos.
Por aquella época que el descanso fuese visto como un elemento educativo y saludable era toda una novedad. Y lo mejor de todo es que resultó ser muy efectiva, así que otras escuelas de otros países decidieron adoptar el “invento” del recreo.
Así que la próxima vez que vayáis al recreo contad a vuestros amigos quién fue el genio al que le debemos el mejor momento del día.
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