Todos conocemos a ese oso naranja, vestido con una camiseta roja, que adora la miel y se llama “Winnie the Pooh”; pero ¿sabéis que este dibujo animado está basado en una serie de libros?, ¿y sabéis que estos libros se basaron en un osezno real? Vamos a contaros la historia.
En 1914 H. Colebourn el teniente veterinario del ejército anglo-canadiense compró a un cazador una cría de osezno negro a la que llamó “Winnie” por la ciudad canadiense donde el militar vivía, Winnipeg. Winnie se convirtió en la mascota del regimiento del teniente Colebourn pero, preocupado por lo que podía pasar con el animal durante la Primera Guerra Mundial, decidió donar a Winnie al zoo de Londres. Allí se hizo famosa por su docilidad y su afición a la leche condensada.
Una de las familias que visitó a Winnie fue la del escritor Alan Alexander Milne. El hijo de este, Robin, quedó tan maravillado con la cría de oso que decidió ponerle su nombre a su osito de peluche. Al señor Milne le hizo gracia este hecho, así que, en un momento de inspiración decidió convertir en relatos los juegos de Robin, Winnie y los distintos peluches que había en la casa. Rápidamente y en gran parte debido a la fama del Winnie de verdad, los libros se convirtieron en un éxito.
Entre sus mayores fans estaban las hijas de un animador cuyo nombre quizá os suene, Walt Disney. El famoso productor de películas de dibujos no se lo pensó dos veces y compró los derechos del personaje, del que hizo numerosas películas. ¡Seguro que habéis visto algunas de ellas! Así que ya lo veis: la inspiración para grandes historias puede venir de cualquier sitio. Así que allí donde vayáis… ¡tened los ojos abiertos y no dejéis de imaginar!
