Los volcanes pueden resultar aterradores pero también nos fascinan: una montaña se convierte en un monstruo que escupe fuego y puede arrasar todo lo que se encuentre a su alrededor. Todos hemos visto alguna erupción en televisión pero, ¿cómo se forman?
La manera más sencilla de explicar lo que es un volcán es decir que se trata de un punto en la superficie terrestre por el que es expulsado material del interior de la tierra como magma, gases o líquidos a altas temperaturas.
El volcán comienza siendo una fisura en la tierra generada por el roce o el impacto de dos placas tectónicas, esas gigantescas piezas “de puzzle” en las que se divide la corteza terrestre. En algunos puntos entre placas se forman fisuras por las que se acumula el magma a presión, formando una cámara o reservorio que acaba saliendo a la superficie. Lo que en un principio es una grieta se va convirtiendo en un montículo debido a la misma presión del magma por debajo y a la acumulación de lava enfriada por arriba. A medida que la lava fría se deposita alrededor de la fisura se va creando una “chimenea” por la sigue manando.
Esto es con respecto a su formación, pero seguro que habéis observado que en no todos los volcanes la lava sale igual: unos son más “violentos” y otros más “tranquilos”. En realidad hay cuatro tipos comunes de erupción: el hawaiano, de lava muy fluida y sin desprendimiento de gas; el estromboliano, de lava fluida y que pueden lanzar framentos de roca fundida llamadas “bombas”; el vulcaniano, que es como el estromboliano y, además, produce cenizas; el peleano, cuya lava se solidifica tan rápido que tapa el cráter, la lava empuja el tapón hacia fuera y se produce una curiosa formación llamada “aguja volcánica”.
Esto que os contamos, claro, es un resumen de lo que es la formación de un volcán. Pero os invitamos a que busquéis más información en Internet o en vuestra biblioteca más cercana. De verdad que se trata de un tema fascinante
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