Televisón

A menudo aparecen datos sobre la exposición de los niños a la televisión que preocupan a los padres: se estima que el 30% de los pequeños pone la tele nada más llegar a casa después de clase, que pasan al año unas 960 horas frente a la pantalla y que solamente un 25% de lo que ven son programas adecuados para su edad.

Al leer estos datos nos llevamos las manos a la cabeza y nos asalta la duda: ¿es culpa de las cadenas, de los padres, de nuestros mismos hijos…? No nos pongamos todavía histéricos y recapacitemos. Primero reconozcamos que, como padres trabajadores, es difícil estar al tanto a todas horas de todo lo que ven; segundo, pensemos que hay multitud de cadenas y es imposible controlar lo que ven nuestros hijos; y, tercero, hay que darse cuenta que muchas veces la televisión está como “ruido de fondo” y los niños están a otra cosa.

Decimos esto para que la actividad de ver la televisión no sea tanto un motivo de preocupación como un ejercicio de responsabilidad. Lo cierto es que también hay buenos contenidos en ella (series galardonadas, programas infantiles elaborados por especialistas, documentales apasionantes…). En lo que hay que esforzarse es en procurar que nuestros hijos sean espectadores responsables y “selectos”. Para ello hemos elaborado una lista de consejos a tener en cuenta.

En la medida de lo posible hay que evitar convertir la televisión en un objeto de recompensa o castigo. Todos hemos dicho alguna vez eso de que “si no haces los deberes te pasarás una semana sin ver la tele”. Cuando hacemos esto convertimos, sin querer, en una recompensa.

Tampoco hay que apagar o cambiar rápidamente el canal cuando vemos que ven algo que consideramos poco adecuado para ellos. Hablemos y preguntemos si de verdad les gusta o qué pueden encontrar interesante en ese programa. Tratemos de hacerles ver que hay otras alternativas más adecuadas o que les pueden gustar más.

Procuremos no tener la televisión encendida “para no ver nada”. Si no hay nada que ver o nada interesante se apaga y listo. Podremos poner la radio, darle algo que leer, jugar o incluso pasear un rato.

Enseñémosles a ver la televisión y la publicidad de una manera crítica. Preguntemos qué les parece lo que están viendo, si de verdad sabe qué quieren decir algunos mensajes o incluso explicarles “cómo funcionan” los anuncios.

Preguntemos acerca de sus gustos en televisión, cuáles son sus programas preferidos o incluso qué es lo que les apetece ver. Que sientan que ver la televisión es también una actividad familiar.

Y, claro está, no olvidar que los niños aprenden de nosotros. Somos su ejemplo más próximo y también debemos cuidar lo que vemos. No seamos selectos solamente como padres y seámoslo también como personas.

Por supuesto hay muchos más consejos y personas más capacitadas para darlos. Nosotros lo que queremos es llegar a un punto coherente: no convertir a la “caja tonta” en un niñera; pero tampoco convertirla en un monstruo.

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