Todos sabemos qué es el sonambulismo: el desarrollo de actividades motoras durante el sueño. A todos nos suenan esos dibujos animados en los que el personaje, vestido con un camisón y un gorro de dormir, camina dormido y con los brazos extendidos por una casa. Esta imagen, por supuesto, no es correcta: un sonámbulo no tiene por qué caminar, puede incorporarse o sentarse; tampoco está con los ojos cerrados, puede parecer aturdido o con la mirada perdida (como cuando nosotros mismos tenemos sueño pero no nos podemos echar porque estamos en clase o hemos trasnochado).
Los expertos estiman que el sonambulismo puede darse en el 15% de los niños de entre 5 y 12 años de edad, a menudo si estos han tenido alguna enfermedad, fiebre, falta de sueño o se sienten estresados. Este sonambulismo ocasional no es grave y suele remitir con el tiempo, aunque sí puede ser un tanto incómodo.
La causa última de este trastorno se desconoce, si bien se estima que pueden estar ligada a la alteración del sistema nervioso a causa de su inmadurez (de ahí que el estrés o la falta de sueño sean factores determinantes). Se desconoce, pues, una cura inmediata. Así que la mayoría de médicos recomiendan un tratamiento llamado "despertar programado" consistente en la interrupción del ciclo del sueño. En el caso de que el niño precise este método el médico será quien diseñe su rutina. Afortunadamente no se suelen recetar medicamentos.
En los casos más leves los padres pueden ayudar haciendo más cómodo el acto de conciliar el sueño. Crear una atmósfera propicia para el descanso con música relajante, luz tenue o asegurarse de que la habitación del niño se encuentra en una zona apartada de los ruidos de la calle y otros cuartos es fundamental.
Otra forma de ayudar sería despejar habitaciones y pasillos. No debemos olvidar que gran parte de los daños que sufre el sonámbulo se deben a choques o golpes, así como al despertar brusco en el que caso de haya algún tipo de accidente de este tipo. Por eso se dice que no hay que despertarle nunca: siempre es mejor guiarle de vuelta pacientemente a la cama.
Con unas sencillas atenciones y la ayuda de un especialista, como vemos, se puede hacer más llevadero este trastorno tanto para padres como para hijos.
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