Entre los 2 y los 3 años tiene lugar la edad del "No", una época en el desarrollo de los niños muy temida por los padres. Algunos llaman a esta fase "la primera adolescencia" y se caracteriza por rabietas, negativa a hacer lo que piden los padres... se podría pensar que nuestro hijo se esmera por hacernos perder la paciencia. Pero no es esa su intención.
A los 2 años dejamos de ser bebés y nos convertimos en niños. Comenzamos a tener conciencia de nosotros mismos y del mundo que nos rodea; y tenemos cierta autonomía. Pero también somos conscientes de nuestras limitaciones: a menudo nuestro deseo de alcanzar un juguete o dormir se ve frustrado porque no alcanzamos la estantería o porque nuestros padres nos dicen que debemos recoger lo que hemos dejado por el suelo. En ese momento nos frustramos y, como somos niños, no sabemos reaccionar de otra manera que no sea a través del llanto o una rabieta.
La actitud como padres es clara: no hay que concederles todo lo que pidan, tampoco hay que ignorarles. Hay que mantenerse serenos, ecuánimes y firmes. En una palabra: ser algo diplomáticos. Esto se consigue de varias maneras:
- Dar órdenes claras y directas: no debemos decir vaguedades ni tirar de ironía. Tampoco hay que dar varias órdenes a la vez porque le confundiríamos y sólo contribuiríamos a que la rabieta arrecie.
- No discutir ni gritar: se recomienda tratar de disuadirle o dejarle tiempo para reflexionar sobre lo erróneo de su conducta.
- Mostrar nuestra satisfacción cuando nos haga caso o haga algo sin rabietas: será consciente de que debe tener una conducta más reposada y racional.
Pero el mejor consejo sigue siendo que entendamos a nuestro hijo y comprender que es una fase natural de su desarrollo: no pretende volvernos locos ni declararse en rebeldía. Sencillamente quiere encontrarse a sí mismo y aprender a distinguir lo que está bien de lo que está mal. Y, aunque lo niegue, está buscando nuestro apoyo.
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