Un señor entra a un bar y le dice al camarero:
- ¿Cuánto cuesta un café?
El camarero responde: - 1 Euro.
- ¿Y el azúcar? - Preguntó el señor.
- ¡Gratis!- Respondió el camarero.
Pues ponme un kilo, por favor
Explicación
¿De qué nos reímos al leer este chiste? No lo tenemos muy claro. Puede ser que el cliente de la cafetería no sea muy inteligente o, por el contrario, sea demasiado listo. ¿Ha pedido un kilo de azúcar gratis porque no ha entendido bien al camarero y se piensa que el azúcar se da independientemente del café en lugar de en sobrecitos?, ¿o, como necesita azúcar para casa, ha pensado en engañar al del bar? Nos faltaría una respuesta del camarero (porque está claro que en la vida real hubiese respondido algo) pero entonces el chiste perdería gracia y se convertiría en una tontería.
Ahí está la gracia de muchos chistes… que deja el final para que nos lo imaginemos. Porque si ocurriesen en la vida real…
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